Friday, June 28, 2013

Las Mujeres en el Corán y la Sunna (Spanish translation of 'Women in the Quran and the Sunnah')


En el Islam, no existe la más mínima diferencia entre los hombres y las mujeres en lo que concierne su relación con Alá, ya que ambos han sido prometidos las mismas recompensas por buena conducta y los mismos castigos por mala conducta.  El Corán dice: 
“Los derechos de ellas sobre sus esposos son iguales a los derechos de éstos sobre ellas.” [Noble Corán 2:228]

El Corán, en dirigirse a los creyentes, a menudo utiliza la frase, “hombres y mujeres creyentes” para enfatizar la igualdad de los hombres y las mujeres con respecto a sus deberes, derechos, virtudes y méritos.  Dice:
“Alá les tiene reservado Su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y las musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y las justas, a los pacientes y las pacientes, a los humildes y las humildes, a aquellos y aquellas que hacen caridades, a los ayunadores y las ayunadoras, a los pudorosos y las pudorosas, y a aquellos y aquellas que recuerdan frecuentemente a Alá.” [Noble Corán 33:35]


Esto claramente contradice la afirmación de los religiosos cristianos de que las mujeres no poseen almas y que existirán como seres sin sexo en la próxima vida.  El Corán dice que las mujeres tienen almas de igual forma que lo tienen los hombres y que entraran al paraíso si hacen el bien:
“¡Entrad en el Jardín junto con vuestras esposas, para ser regocijados!” [Noble Corán 43:70]
“Al creyente, varón o hembra, que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena.” [Noble Corán 16:97]


El Corán reprende a aquellos hombres que oprimen o maltratan a las mujeres:
“¡Creyentes! No es lícito recibir en herencia a mujeres contra su voluntad, ni impedirles que vuelvan a casarse para quitarles parte de lo que les habíais dado, a menos que sean culpables de deshonestidad manifiesta. Comportaos con ellas como es debido. Y si os resultan antipáticas, puede que Alá haya puesto mucho bien en el objeto de vuestra antipatía.” [Noble Corán 4:19]


Considerando el hecho de que antes del advenimiento del Islam, los árabes paganos enterraban vivas a las niñas, hacían que sus mujeres bailaran desnudas cerca del Kaaba durante sus fiestas anuales, y trataban a sus mujeres como bienes y objetos de placer sexual sin poseer ningún derecho ni posición en lo absoluto, estas enseñanzas del Noble Corán eran revolucionarias. A diferencia de otras religiones que contemplan a las mujeres como poseedoras de pecado y maldad y a los hombres como poseedores de virtudes y nobleza, el Islam contempla que los hombres y las mujeres tienen la misma esencia creados de una misma alma.  El Corán declara:
“¡Hombres! ¡Temed a vuestro Señor, Que os ha creado de una sola persona, de la que ha creado a su cónyuge, y de los que ha diseminado un gran número de hombres y de mujeres! ¡Temed a Alá, en Cuyo nombre os pedís cosas, y respetad la consanguinidad! Alá siempre os observa.” [Noble Corán 4:1]


El Profeta del Islam (la paz y las bendiciones sean con él) dijo, “Las mujeres son las mitades gemelas de los hombres.”  El Corán enfatiza la unión esencial del hombre y la mujer con este símil bello:
“Ellas son vuestra protección y vosotros la suya.” [Noble Corán 2:187]


Tal como una vestimenta cubre nuestra desnudez, lo mismo lo hacen marido y mujer, entrando en la relación del matrimonio, guardando la castidad uno del otro.  La vestimenta le provee confort al cuerpo; de igual manera, el esposo encuentra consuelo en la compañía de su esposa y ella en él.   “Tal como la vestimenta es la gracia, la belleza, el adorno del cuerpo, así también son las esposas para sus esposos como los esposos son para ellas.”  El Islam no considera a la mujer “un instrumento del diablo,” más bien, el Corán la llama Muhsana, una fortaleza contra el Shaitan porque una mujer buena, al casarse con un hombre, ayuda a mantenerlo en el camino de la rectitud en su vida.  Es por esta razón que el matrimonio fue considerado por el Profeta Mahoma (que la paz y las bendiciones estén con él) como el acto más virtuoso.  Él dijo: “Cuando un hombre se casa, ha completado mitad de su religión.”  Él impuso el matrimonio para los musulmanes, diciendo: “El matrimonio es parte de mi camino y quien se aleje de mi camino, no es de los mío (no es un seguidor mío).”  El Corán ha dado la razón de ser del matrimonio con las siguientes palabras:
“Y entre Sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona.” [Noble Corán 30:21]


El Profeta Mahoma (que la paz y las bendiciones estén con él) elogiaba mucho a las mujeres virtuosas y castas.  Él dijo:
“El mundo y todas las cosas del mundo son preciosos pero la cosa más preciada del mundo es una mujer virtuosa.”  Una vez le dijo al futuro califa, ‘Umar: “¿No debería informarte el mayor tesoro que puede guardar el hombre?  Es una mujer virtuosa, la cual le agrada cuando él mira hacia ella y la cual se guarda cuando él está ausente.”
En otra ocasión, el Profeta dijo:
“Las mejores propiedades que puede tener un hombre es recordación (de Alá), un corazón agradecido y una esposa creyente que le ayuda con su fe.”  Y de nuevo, “El mundo entero es un artículo de consumo y el mejor artículo del mundo es una esposa virtuosa.”


Antes del advenimiento del Islam, a las mujeres se les trataba peor que animales.  El Profeta quería poner fin a las crueldades hacia las mujeres.  Él predicaba bondad hacia ellas.  Les dijo a los musulmanes, “Teman a Alá con respecto a sus mujeres.”  Y, “Los mejores de ustedes son aquellos que se comportan mejor con sus esposas.”  Y, “Un musulmán no debe odiar a su esposa, y si no le gusta algo de ella, encontrará algo que sí le guste.”  Y, “Mientras más cortes y bondadoso sea un musulmán con su esposa, más perfecto será en su fe.”


El Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él) enfatizó aún más que los musulmanes deberían ser amables con sus mujeres cuando pronunció su jutbah famoso en la Monte de la Misericordia en  Arafat en presencia de ciento veinticuatro mil de sus compañeros que se habían congregado ahí para el Hajj al-Wada (Peregrinaje de Despedida).  En él, ordenó a todos los presentes, y a través de ellos, a todos los musulmanes que vendrían después, que fueran respetuosos y amables con sus mujeres.  Les dijo:
“Temed a Alá en cuanto a sus mujeres.  Recuerden que las han tomado como sus esposas bajo la confianza de Dios y con Su permiso. Es cierto que tienen ciertos derechos con respecto a sus mujeres, pero también tienen derechos sobre ustedes en cuanto a ser alimentadas y vestidas en su bondad.”


En el Islam, la mujer es un personaje completamente independiente.  Ella puede efectuar cualquier contrato o legado en su propio nombre.  Ella tiene derecho de heredar en su puesto como madre, como esposa, como hermana y como hija.  Ella tiene libertad perfecta para elegir su esposo.  La sociedad pagana de la Arabia preislámica tenía prejuicios irracionales contra las niñas, las cuales enterraban vivas.  El Mensajero de Alá (que la paz y las bendiciones estén con él) se oponía completamente a esta práctica.  Les enseñó que el apoyar a sus niñas actuaría como una pantalla para ellos contra el fuego del Infierno.  Ayshah, la esposa del Profeta, narra que una mujer entró a su casa con dos de sus hijas.  La mujer pidió caridad pero Ayshah no encontró nada más que un dátil y se lo dio.  La mujer lo dividió entre sus dos hijas sin comer ella.  Entonces se levantó y se retiró.  Cuando el Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él) llegó a la casa, Ayshah le comentó lo que había sucedido y él declaró que cuando la mujer fuera llevada para rendir cuentas (en el Día del Juicio) sobre sus dos hijas, ellas serían como una pantalla para ella contra las llamas del Infierno.


La peor calamidad que puede sufrir una mujer es cuando muere su esposo y, como viuda, recae sobre ella la responsabilidad de mantener a sus hijos.  En el mundo oriental, donde la mujer no siempre sale a ganarse la vida, los problemas de la viudez son indescriptibles.  El Profeta Mahoma (que la paz y las bendiciones estén con él) defendió el caso de las viudas.  La mayoría de sus esposas eran viudas.  En la edad en que las viudas raramente tenían permiso para casarse de nuevo, el Profeta animó a sus seguidores a casarse con ellas.  Él siempre estaba dispuesto a ayuda a las viudas y exhortaba a sus seguidores que hicieran lo mismo.  Abu Huraira reportó que el Profeta dijo: “El que haga un esfuerzo para ayudar a una viuda o a una persona pobre, es como un muyahid (guerrero) en el camino de Alá, o como la persona que se levanta para rezar de noche y ayuna durante el día.”


La mujer como madre merece gran respeto en el Islam.  El Noble Corán habla de los derechos de  la madre en varios versículos.  Ordena a los musulmanes mostrarles respeto a sus madres y servirles bien, aun si son incrédulas. El Profeta dice enfáticamente que los derechos de la madre son primordiales.  Abu Hurayra relató que un hombre fue donde el Mensajero de Alá (que la paz y las bendiciones estén con él) y preguntó: “O Mensajero de Alá, ¿Cuál es la persona que tiene mayor derecho sobre mí en cuanto a ternura y atención?”  Él replicó, “Tu madre.”  “¿Y después quién? Él replicó, “Tu madre.” “¿Y después quién?” Él replicó, “Tu madre.”  “¿Y después quién?”  Él replicó, “Tu padre.”


En otra tradición, el Profeta le aconsejó a un creyente que no se incorporara a la guerra contra los Quraish en defensa del Islam, más bien que cuidara de su madre, diciéndole que el servicio a su madre fuera la razón de su salvación.  Mu’awiyah, el hijo de Jahimah, reportó que Jahimah llegó donde el Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él) y dijo, “¡Mensajero de Alá! Quiero incorporarme a la lucha (en el camino de Alá) y he venido buscando su consejo.”  Él dijo, “Entonces mantente al servicio de tu madre, porque el Paraíso se encuentra bajo sus pies.”


Los seguidores del Profeta aceptaron sus enseñanzas y provocaron una revolución en la actitud social hacia las mujeres. Ya a las mujeres no se les veía como simples bienes, sino como parte integral de la sociedad.  Por primera vez, se les dio a las mujeres el derecho de recibir parte de la herencia.  Con el nuevo clima social, las mujeres se redescubrieron y se convirtieron en miembros considerablemente activos de la sociedad, rindiendo servicio útil durante las guerras que los árabes paganos obligaron en la naciente Ummah musulmana. Ellas les llevaban provisiones a los soldados, los curaban, y hasta peleaban junto a ellos si era necesario.  Se convirtió en algo muy común ver a las mujeres ayudando a sus esposos en el los campos, comerciando y negociando independientemente, y saliendo de sus hogares para satisfacer sus necesidades.


Ayshah reportó que Saudah bint Zam’ah salió una noche.  ‘Umar la vio y la reconoció y le dijo, “Por Dios, O Saudah, ¿por qué no te ocultas de nosotros?”  Ella regresó al Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él) y le comentó eso mientras él cenaba en su habitación, y él dijo, “Es permitido por Alá que salgas para tus necesidades.”  La idea predominante en el Islam en cuanto a los hombre y las mujeres es que un esposo y su esposa deben ser compañeros de pleno derecho para hacer de su hogar un lugar feliz y próspero, que sean leales y fieles uno al otro, y que estén genuinamente interesados en el bienestar del otro y en el bienestar de sus hijos.  Se espera que la mujer tenga una influencia humanizante sobre su esposo y que ablande la austeridad inherente en su naturaleza.  Un hombre es ordenado a educar a las mujeres a su cuidado para que cultiven las características en las que ellas, por su  naturaleza, sobresalen.  


Estos aspectos fueron bien enfatizados por el Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él).  Él exhortaba a los hombres que se casaran con mujeres de piedad y a las mujeres, que les fueran fieles a sus esposos y tiernas con sus hijos.  Él dijo:
"Entre mis seguidores los mejores hombres son los que tratan mejor a sus esposas, y las mejores mujeres son los que tratan mejor a sus maridos. Para cada una de esas mujeres habrá una recompensa equivalente a la recompensa de miles de mártires. Entre mis seguidores, de nuevo, las mejores mujeres son las que ayudan a sus maridos en su trabajo, y los aman sobre todas las cosas, salvo lo que es una transgresión de las leyes de Alá. "


Una vez, Mu’awiyah le preguntó al Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él), “¿Cuáles son los derechos que tiene una esposa sobre su esposo?”  El Profeta respondió, “Darle de comer cuando comas, vestirla cuando te vistas, abstenerte de pegarle en la cara o abusar del ella, y no separarte de tu esposa salvo adentro del hogar.”  Una vez, una mujer llegó al Profeta con una queja contra su esposo.  Él le dijo, “No hay mujer que remueva algo para colocarlo en su lugar apropiado, en miras de mantener la casa de su esposo en orden, que Alá le proporcione una virtud.  Tampoco hay esposo que camine mano en mano con su esposa, que Alá le proporcione una virtud y si pone su abrazo sobre los hombros de su esposa con amor, esa virtud es multiplicada por diez.”  En una ocasión, se le escuchó alagando a las mujeres de la tribu Quarish, “…porque son las más cariñosas con sus hijos mientras son pequeños y porque cuidan de las pertenencias de sus esposos.”


La Sharia considera a las mujeres como iguales a los hombres en cuanto a espiritualidad e inteligencia.  La mayor distinción que hace entre ellos es en el ámbito físico basado en el principio equitativo del reparto equitativo de trabajo.  Asigna el trabajo más arduo al hombre y lo hace responsable por mantener a la familia.  Asigna el trabajo de manejar la casa y la crianza y entrenamiento de los niños a las mujeres, un trabajo que conlleva una importancia mayor en la labor de construir una sociedad saludable y próspera.


Sin embargo, es un hecho que la administración sólida en el ámbito doméstico es imposible sin una póliza unificada.  Por esta razón, la Sharia requiere que el hombre, como cabeza del núcleo familiar, consulte con su familia y tenga la última palabra en cuanto a decisiones que la concierne.  Para efectuar esto, no debe abusar su prerrogativa de causarle algún daño a su esposa.  Cualquier transgresión de este principio implica que él perdería la gracia de Alá, porque su esposa no es su subordinada sino que es, en las palabras del Profeta (que la paz y las bendiciones estén con él), “la reina de la casa”, y este es el puesto que un creyente verdadero debe darle a su esposa.  A diferencia a estas enseñanzas progresistas del Islam, la mentalidad occidental sobre la liberación o emancipación de las mujeres es, en actualidad, una manera disimulada de explotar su cuerpo, privarla de su honor, y degradar su alma.


ENGLISH VERSION OF THIS ARTICLE: Women in the Quran AND the Sunnah

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